domingo, 28 de julio de 2013

Las desgracias de Somál.

Capítulo VIII.

- Se escucho un fuerte ¡BUM! y una ventana romperse, joven Arnold.

- ¿Cuándo?.- pregunto.- ¡Responda!

Un anciano en la puerta del apartamento donde fräu Karla y yo vivimos me dice que no pudo abrir la puerta, yo la patee en la cerradura y al abrirla caí al suelo y grité lo más fuerte que pude. Las sábanas de la cama de fräu en su cuarto, justo al frente de la entrada, estaban manchadas de sangre y a ventana estaba rota. Corrí y no estaba fräu, me asomé por la ventana y un tumulto de personas no me dejaba ver, malditos vecinos. Bajo corriendo las escaleras del edificio y al llegar abajo fräu Karla estaba en el piso, completamente desnuda y con un agujero de bala en el cráneo, la pistola estaba a su lado, humeante. 
No comprendo, ¿por qué se suicidaría fräu Karla? Es imposible, tuvieron que asesinarla. La tomé en mis brazos y la llevé al apartamento, la lavé y la vestí con su vestido rojo y cuando llegó el carro de la funeraria fui con ellos, no quería funeral alguno, sólo que fuese enterrada y listo. Pero debían hacerle estudios en la morgue para saber si había sido asesinada.

El jefe de la morgue me saludo con el ya continuo "heil Führer" y me dice que está claro que fräu Karla se suicidó. No lo podía creer, ¿por qué?

Fui a la universidad a la que ella iba y busqué por todos lados a su amiga, fräu Clarice, una maldita francesa. Le pregunté si Karla le había mencionado algo o no sé y me dijo que sí.

- No dejaba de contarme que quería morir, quería irse de casa lejos de ti. Me contó lo que le hacía maldito infeliz, ¿cómo pudiste?- me hablaba con lagrimas en los ojos.- Ella te odiaba, Arnold, desde hace dos meses, desde que la violas...

La palma de mi mano se quedó marcada en su cachete, ¿cómo se atreve?

- ¿Quien te crees? ¿Sabes a quien le hablas?.- le grité.- Soy un maldito cadete de las SS. 

- ¿Y a mí qué, desgraciado?.- me gritaba mientra intentaba soltarse.

- Deja de moverte.- le di un beso en los labios fuertemente y luego le di otra cachetada.- Maldita. 

Me largué de ese lugar, Clarice quedó llorando en el suelo, parecía un bebe hambriento, no es bueno que me provoque. Fui a presentarme en el cuartel de las SS para mi iniciación y luego me dieron vacaciones, por lo de fräu Karla. 5 meses de vacaciones. 

Fui al banco y saqué todo el dinero que me dejó herr Rodolf, empaqué y me fui en el primer vuelo a Valencia, quería ver a fräu Karla, debía darle la noticia. 

Llegue a media noche a un hotel en el Big Low, el principal de Valencia. Mandado a construir por herr Rodolf  en donde antes había un EPA; no sé que era eso. Alquilé la mejor suite y me dieron 50% de descuento, de nuevo por mi apellido, creen que soy hijo de ese imbécil de herr Rodolf. Por la mañana iré a ver a fräu Karla. 

Eran las 10 de la mañana, este lugar sigue igual, la mismas cámaras de mierda, la misma carpa de mierda, la misma gente de mierda, el mismo herr Henry de mierda, la misma fräu Karla de mierda. entré a la carpa esperando verla y no estaba allí, recordé ese día cuando herr Rodolf me obligó a verlos hacer el amor, no pude evitar excitarme un poco. Salí de ese lugar y me fui  directo al edificio, no estaba en su oficina, pero sí en lo que era mi habitación antes. Llevaba un vestido amarillo precioso, hasta sus rodilla, no ha cambiado en nada, realmente en nada. Sus labios están rojos y su cabello pinado con un estilo cincuentero de maravilla. Me abrazó y me besó las dos mejillas, estaba contenta, pero hedía horrible a cigarrillo. 

- Siéntate, fräu.- le dije y la senté.- Tengo noticias, malas noticias. Fräu Karla murió.- ella respiró hondo y bajó la mirada, me preguntó que sucedió.- La mataron.- mentí.- entraron al apartamento cuando no estaba y la mataron. 

- Oh, Arnold, lo lamento.- me dijo y me abrazó, sentí sus pechos presionar mi pecho.- Realmente lo lamento.

Me sentó en la cama y fue por agua, en la esquina de la habitación había una nevera pequeña. Su parecido con fräu Karla es magnifico, son idénticas, pero la fräu que tenía en frente tenía los pechos un poco más grandes y sus caderas más anchas, era preciosa, volteó y me sonrió y luego volvió a voltear. Esa sonrisa, es idéntica a Karla, mi Karla. 

Me levanté y la tome por detrás, la abracé por la espalda, su cabello olía  a humo de cigarros, su vientre palpitaba, ella me desea. La tiré en la cama y me quité la camisa, ella se quitó el vestido y me dijo.

- Siempre deseé esto, desde que eras solo un niño, ven, hazme el amor. 

Me monte sobre ella y la penetré de inmediato, jugaba con ella, coloqué mis manos al rededor de su cuello, ella atrás de mi espalda y me acariciaba con sus uñas. Cada vez le follaba más duro y apretaba su cuello más, ella empezó a  colocarse roja, le faltaba el aire. Me rasguño la espalda una y otra vez y trataba de decirme que paraba. Yo solo podía preguntarme ¿por qué? ¿por qué mi Karla se había suicidado? Estaba molesto con ella, la odiaba por eso, siempre creí que me amaba. Cuando terminé y acabé dentro de fräu Karla, ella ya estaba muerta, se había asfixiado. La dejé ahí mientras me bañaba, luego me fui. 

Ya fräu Karla no sería una preocupación, no sentía culpa alguna, y la ira que sentía por mi Karla se había esfumado. Ahora iría a Tacarigua, a visitar las calles  que alguna vez me acogieron. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario