sábado, 27 de julio de 2013

Las desgracias de Somál.

Capítulo VI.

Fräu Karla estaba sobre una mesa de madera, redonda, sus brazos amarrados sobre su cabeza y sus piernas, amarradas también, abiertas; dejando ver su vagina y sus senos, estaba completamente desnuda. Herr Rodolf estaba a un lado de ella con un velón rojo en su mano dejando caer la cera sobre la blanca y pura piel de fräu Karla; cada gota que caía hacía que fräu Karla gimiera un poco, un sonido parecido al que hacía cuando tenia relaciones con herr Henry. Cuando vi esto, además de la cara de dolor, algo extraña, de fräu me abalance sobre herr Rodolf y le di un buen golpe en el pecho -lo más alto que pude llegar- claro que esto no lo pensé muy bien, luego de unos segundos me vi tendido en el piso con el ojo morado y llorando, además de un labio sangrante. 

Herr Rodolf me dejó tendido en el piso y siguió en lo que hacía antes de ser interrumpido por mí, ¿por qué le hace esto a una mujer tan hermosa como fräu Karla? Me levanté y observe un minuto, cuando me di la vuelta fräu me hablo:

- Arnold, cariño.- su voz era débil, no parecía ella.- ven, quédate observando lo haces mejor. 
- No quiero, fräu.- dije secamente. 
- No te están pidiendo un favor muchacho.- me dijo fuertemente herr Rodolf.- Ahora ven y observa, vamos, te gustará. 

Tuve que quedarme, observar como las gotas de cera caían en la blanca piel de fräu sin ella poder evitarlo. De hecho parecía disfrutarlo en cada gemido, es extraño, no comprendo nada, justo cuando creí empezar a comprender las cosas extrañas de fräu, me sale con esto. 

Herr Rodolf, luego de dejar caer las últimas 4 gotas de cera sobre el poco vello púbico de fräu Karla, se bajó el pantalón - la desató de piernas-, y empezó a tener relaciones con ella. Me quise ir, pero no me dejaron, sólo cerré los ojos y lloré en silencio. Quiero irme de este lugar. 

La oportunidad no se hizo esperar. Luego de este desafortunado encuentro en la carpa, herr Rodolf no me dirigía la palabra más de lo estrictamente necesario, y mira que es muy poco. Fräulein Karla no cambió conmigo, seguía asesinando sodomitas y teniendo relaciones con herr Henry frente de mí. Todo el amor que estaba sintiendo por ella desaparecía cada vez más, no puedo creer que la ame como una madre. Un mes después de mi desafortunado cumpleaños herr Rodolf me mandó a llamar. 

- Arnold, mañana te vas a Caracas. Estudiarás alemán e historia. Además aprenderás sobre la geografía del tercer Reich y del mundo entero, desde hoy eres Arnold Hofferman, ¿entendido?

Sin esperar respuesta alguna me tomo del brazo y me llevó a mi habitación en el pequeño edificio, me dejó allí y se fue. Nunca creí que desde esta tarde jamás vería a herr Rodolf Hofferman. 

En la habitación, en la cama, una niña de unos 13 años estaba en la cama vestida con un vestido rojo, era muy parecida a fräu Karla -a excepción de su cabellera medio rojiza-. Era hermosa. 

- ¿Quién eres?.- le pregunto.
- Karla Vonfrist.- su voz es dulce, melodiosa, como el canto de las aves.- Seré tu compañera de estudios en Caracas, nos iremos juntos mañana, ¿no es genial? 
- Ah, sí, genial. ¿Eres familia de fräu Karla? 
- Ella me adoptó, me dio su nombre y su apellido, después de todo dice que yo soy idéntica a ella cuando tenía mi edad. 

Seguimos hablando toda la noche, no podía evitar ver su rostro, sus ojos, todo de ella era angelical, hasta gracioso. Cando eran las tres de la mañana, ya empezaba a enamorarme de esta pequeña niña, solo 6 años mayor que yo, aunque su cuerpo decía que era de unos 10 años más. A las cuatro menos quince minutos, sucedió lo que nunca pensé. 

Me dijo que le caía bien y que quería regalarme algo, luego que le pregunté que era, me quitó mi short de dormir y me agarro mi pene y empezó a masajear y lo llevó a su boca, justo cuando llevaba 5 minutos haciendo eso, la puerta de mi habitación se abrió de golpe y fräu Karla le grito que lo primero que le había dicho era que no me tocara y ¡BUM!. 

Tenía toda las sabanas llenas de sangre y el cuerpo muerto de Karla Vonfrist yacía en el piso con el cráneo abierto y los ojos blancos. Fräu Karla me tomo en sus manos y me decía que todo estaría bien, que conseguiría a alguien más para que vaya conmigo a Caracas. Me daba miedo, sus ojos estaban completamente abiertos, parecía que saltarían de su cara, tenía una cara de asesina, de loca. 
Señorita Karla VonFirst. 

La mañana siguiente no vi a herr Rodolf, supe que en la madrugada había sido llamado para ir a la frontera con Colombia, había problemas y debían actuar ya. Fräu Karla me presentó a otra señorita, el mismo nombre, Karla Vonfrist. 

A las ocho de la mañana ya estábamos en un avión vía Caracas desayunando. No crucé ni una palabra con Karla, de hecho enseguida despegamos sucumbí en un sueño pesado, estaba cansado.

No pude dormir muy bien, la imagen de Karla Vonfrist, la primera que conocí, muerta y con sus sesos afuera y toda bañada en sangre me atormentaba mucho, pero también me llamaba mucho la atención eso que me hizo antes, fue una sensación extraña. Al despertar, estaba contento cuando me di cuenta que estaba lejos de Valencia y de fräu Karla y herr Rodolf, incluso de herr Henry, todos me aterraban en ese lugar. 
Caracas parece ser hermosa.

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