domingo, 21 de julio de 2013

Las desgracias de Somál.

Capítulo III.

Es muy temprano, me ha despertado una voz un tanto aguda pero firme, una voz que inspira miedo y me hace estremecer, pero es una voz que antes he escuchado muchas veces. Es la voz que a conquistado gran parte del planeta tierra, desde Alemania, República Checa,  Austria, Hungría y Bosnia en Europa extendiéndose por todo el occidente del continente, exceptuando a España e Inglaterra. Una voz que conquistó Venezuela, Chile,Perú, Paraguay,Uruguay, Surinam y las dos Guyanas. El Jefe o el más bien llamado Führer; Adolf Hitler. 

"...Romperemos con las barreras que nos han impuesto los asquerosos judíos, ya hemos llegado a las Malvinas,con Inglaterra destruida por el comunismo,les hemos arrebatado esas islas para nuestra estrategia..."

Escucho al Führer hablar, más bien gritar, a una multitud de personas que le alaban con gritos sin lucidez alguna,"¡heil, Führer! ¡heil, Führer!" les escucho gritar.Supongo han de estar en Berlín, es lo mejor, mientras más lejos mejor. 

Apago el televisor, estoy temblando. Me visto y trato de recordar que no debo ir a la bodega a esperar por el viejo Karl, ahora solo debo ir a la cocina y seguro me espera un buen plato de comida. Y así es, herr Rodolf me tiene un plato de waffles calientes, el olor que brota de ellos es tan inundante que penetra toda la cocina. 
- ¿Por qué me has apagado el televisor, joven?.- me pregunta herr Rodolf.
- Lo siento, no quise molestarle, herr Rodolf.- acude a la habitación y lo enciende de nuevo.

"... Los aplastaremos hasta el último individuo, nadie podrá detener el avance de la nueva era..." Y los aplausos rompieron con todo el silencio del lugar. Herr Rodolf sonreía y hasta aplaudía en la cocina. 

Cuando terminé de comer, herr Rodolf que leía el periódico oficial me pregunta si sé algo sobre Colombia. 

- No, herr Rodolf, sólo sé que no está muy lejos.- le respondo. 
- Pus sí, es nuestro vecino país, Arnold. 
- Oh, me gustaría mucho visitarle, seguro es hermoso, ¿verdad que sí, herr Rodolf?-  mi emoción se hace notar. 
- Sí. Arnold, así es, muy hermoso país. Lamento decir que está azotado por la guerra, desde hace 20 años que no han parado de soltar balas y granadas, nos ha costado mantenerlos de su lado de la frontera. 
- ¿Guerra dice, herr Rodolf? 
- Sí, joven, guerra. 20 años matándose guerrilleros y ejercito.
- Pero, ¿por qué?
- Ya nadie lo sabe, empezó por el asesinato de un presidente, cuando eso nuestro Führer no había llegado a Latino américa, es obvio, sino no hubiese guerra alguna. 
- Pero, herr Rodolf, y ¿las personas que viven allí?- pregunto casi con lagrimas en los ojos.
- A los más importantes le hemos traído para acá, los demás mueren en la guerra, o se unen al ejercito o a los guerrilleros, a la final terminan muertos. 
- ¿Los más importantes? ¿Quienes son esos?
- Está claro, ¿no? Los blancos europeos, los que aportan al Estado lo que consumen. Hace unos días quiso atravesar la frontera un maldito invalido, no sé que pretendía.
- ¿Y los negros y morenos, herr Rodolf?
- No te preocupes por ellos, mueren más rápido que moscas.- se ríe, le hace mucha gracia al parecer.
- Eso es malvado, herr Rodolf. 
- ¿Malo? eres un mocoso aún, no entenderías. 

Mi descontento no se hace esperar y de inmediato me retiro y salgo corriendo de la cocina llorando. ¿Cómo pueden ser tan malvados? asesinan y se regocijan en la muerte de esos pobres hombres. Los utilizan para que extraigan la azúcar que consumes pero luego los castigas con látigos o simplemente le disparan con sus lumer en medio de los ojos. No sé en qué creer, el viejo del callejón me decía que el Führer es un asesino, psicópata, esquizofrénico y que se yo que más, no entendía algunas palabras. Pero herr Rodolf lo explica todo sencillo, es fácil comprender, me volveré loco con tantas cosas y aún no puedo sacarme de la cabeza al sacerdote pidiendo piedad. Tal vez todos tengan razón, soy un niñato y no puedo comprender nada aún, después de todo cumpliré siete el mes de octubre.  

Herr Rodolf me dice que debe ir a trabajar a la capital, Caracas, que volverá dentro de poco, pero que me dejará sólo ya que estoy acostumbrado a estar solo. Me alegro que se vaya, le tengo mucho miedo. 

Decidí salir, tomé la bicicleta que me dejo herr Rodolf  y maneje lo más rápido que pude. Antes de irme, tome unos 5000 marcos (moneda de todo el imperio alemán) y bebí mucha agua. 

Luego de haber recorrido kilómetros en ninguna dirección aparente, me detuve. De repente siento temblar el pavimento. Me percato que ya estoy en la autopista del Este, no he recorrido mucho, herr Rodolf vive en San Diego. Por la autopista vienen dos tanques grandes, un pelotón completo de chaquetas beige, con fusiles en sus hombres y marchando mientras cantaban un himno, quizás alemán.  Lo más curioso fue cuando pasaron todos, y mira que tardaron; atrás iban hombres, todos desnudos, encadenados de los cuellos y muñecas; cabizbajos y mugrientos. quería saber quienes eran, luego de que pasaron los seguí en la bicicleta, lentamente y guardando distancia. 
Esclavos llegando a las cámaras de gas.
Luego de dos horas manejando la bicicleta tras el hedor de los esclavos y de las manchas de sangre, o quizá de zurra, llegamos a unas habitaciones grandes en las afueras de la ciudad. Había un cartel que decía "Cámaras de gas, cuidado" y una calavera con huesos cruzados. 

¿Qué serán estas cámaras de gas? ¿Para qué las usarán? Deje la bicicleta atrás de unos árboles y me escondí entre unos pipotes grandes en frente de las cámaras de gas. Los esclavos entraban a ese lugar en grupos de 10, pero nunca salían, sólo seguían entrando y entrando. luego de que pasaron todos y de que los oficiales de la llamada GESTAPO se fueron del lugar; me acerqué a ver que podía observar. Nada, nada pude ver.

Oficiales de la GESTAPO de las cámaras de gas de Carabobo. 
Un ruido me hizo saber que venían los oficiales de nuevo, me escondí de nuevo entre los botes y observé. Provistos de unas mascaras  muy graciosas abrieron las puertas de las cámaras y empezaron a  sacar los cuerpos de los desnudos y mugrientos esclavos. No entiendo nada, que les ha pasado, ¿se desmayaron por el gas? Sí, seguro es eso. Sé que la GESTAPO es una institución buena, no como el Ejercito y sus batallones, como los que asesinaron al sacerdote y las monjas/prostitutas. 

Decidí acostarme entre los arboles a dormir allí, pasaré la noche aquí y mañana por la mañana iré a comer y luego veré que hacen con estos esclavos. Por ahora deseo dormir, mis piernas me tambalean, que horror. 

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