sábado, 18 de enero de 2014

"¡No le llaméis puta, hombre!"



Las calles adoquinadas estaban húmedas por la lluvia de la tarde. París parece no envejecer, mientras, yo envejezco y me retuerzo en alcohol, mujeres y cigarrillos. Mi mujer se ha ido a España con un mal nacido que me la había robado y a mí solo me quedaban 1500 euros en el bolsillo y una botella de vino en la mano.
- Eh, Jean- Pierre, ven. Entra, chico, bebe con nosotros.
Mi primo mayor acababa de hacerme entrar a un bar de mala muerte. Vino. Cigarrillos. Primos.
- A la mierda, Roman, Isabella se fue a España, me ha dejado, hombre.
- ¿Qué dices, chico?
Mierda. No deja de llamarme chico y solo es 5 años mayor.
- Así como lo oyes, hombre.- dije bebiendo un trago largo de vino.- Me ha dejado, justo antes de casarnos.
- Pero ¿cómo?
Le he contado todo. La cena. Lo que vino después.  El Twitter de Isabella. La carta. Mi ida.
- Oh, chico, no te pierdas por esa puta, Jean- Pierre.
¡Pum! Un puñetazo en las narices de Roman.
- ¿Qué mierda te pasa, chico?- su nariz sangraba.
- ¡No le llaméis puta, hombre!
Rompí a llorar, tomé mi vino, mis cigarrillos, dejé 50 euros sobre la mesa y seguí mi rumbo por las calles húmedas de París. Caminé por horas hasta caer en la acera de un prostíbulo.
Afuera se sentía el olor a cigarrillos, a putas, a condones usados, a hombres gordos con gorras y chaquetas de camioneros. A whisky barato y culos grandes.
Hice todo por levantarme, encendí el último cigarrillo de mi cajetín y dejé car la botella de vino. ¡Crack! Se rompió.
- Eh, lindura, ¿cuánto por una buena follada?- estaba bañado en alcohol, en cigarrillos y en nostalgia.
Me recosté de la entrada del prostíbulo y una chica de cabellera negra y de piel blanca como la nieve se me acercó.
- A ti te dejaría todo en sólo 500 euros, bonito.
- Es tu día de suerte entonces, aquí tengo 500 euros y unas ganas de llevarte al cielo.
Me miró con ardor en sus ojos y tomó los 500 euros. Me llevó a una habitación atrás del bar.
Cigarrillos. Putas. Condones usados. Hombres gordos con gorra y chaqueta de camioneros. Whisky barato. Culos grandes. Amanda, la chica de cabellera negra, me tiró de un empujón sobre una cama y se quitó sin pensarlo la ropa, la poca que traía.
- Despacio, cariño, mi prometida acaba de abandonarme a una semana de la boda.
- Oh, pobre hombre.
Y sin pensarlo se me tiró encima y me hizo el amor como nunca nadie lo había hecho.

***

Bebí el último trago de whisky barato y le pedí un cigarrillo a Amanda, lo encendí y me vestí. Me fui lejos y dejé atrás el olor de los cigarrillos. Putas. Condones usados. Hombres gordos con gorra y chaqueta de camioneros. Whisky barato. Culos grandes.
Las calles son frías y aún más mi pena. Isabella me ha dejado y el dolor es insoportable, ni siquiera el haberme follado a una puta de un prostíbulo me ha saciado, la necesito a ella y a su carisma, a su cariño y su amor.
Pobre Roman, le he dejado sangrando. Debería ir a disculparme con él. De nuevo en el bar de mala muerte, vino, cigarrillos, Roman, mis penas. Lo siento.

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