A Melissa Mathison.
Gitana mía
Así como nadie detiene a los dioses que pelean en los cielos,
Provocando truenos y rayos que arrancan nuestro silencio,
Es imposible detener el clamor de tu voz
Que arranca de mí indecisos sentimientos.
Sentimientos que parecen sombras al pasar entre tus palabras,
Absorbidos por tu hechizo y perdidos entre la luz de tus miradas
Con una fugacidad suficiente para que no te des cuenta,
¡Oh, mi querida!
Que perdición la mía en selectas frases,
Exclamaciones dolorosas que me parten el alma.
¿No observas mi dolor y mi no tan grave advertencia?
“Corremos un gran peligro” ¡oh apreciada gitana!
Dime la verdad y rompe mi curiosidad,
Los dioses me mienten, tu voz me excita y hace hervir mi alma.
Respóndeme con la misma dulzura con la que haces vibrar tu garganta
Y así sabré si el hechizo es verdadero y no una completa farsa.
Eres ciega en toda tu capacidad, eres la dulzura misma en vida
Y toda tu figura resplandece con audacia y valentía.
Eres, sin más, ardiente belleza que quema mis ojos
Con vigor y sin poder ser detenida, oh, adorada, gitana mía
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