miércoles, 2 de octubre de 2013

Un poco más allá de la felicidad.

"Así como nadie detiene a los dioses que pelean en los cielos,
Provocando truenos y rayos que arrancan nuestro silencio,
Es imposible detener el clamor de tu voz
Que arranca de mí indecisos sentimientos."

S. Molinatti.


Tal vez este post sea un poco egoísta, no es para ayudar a alguien ni mucho menos para hacerle entender algo a alguien, sólo para vaciarme yo y hacerme entender a mí las cosas o nada. Aunque pensándolo bien, no es egoísta, es, más bien, algo estúpido e interesante a la vez. 

Cuenta una leyenda griega que Zeus creó al hombre con cuatro brazos, cuatro piernas, y dos rostros; pero que, temiendo su poder, los separó en dos -tal cual somos hoy- y los condenó a buscar a cada uno la mitad que le fue separada y ese sería su amor eterno. 

¿No es acaso esto lo que nos enseñaron de chicos? "Solo al encontrar tu media naranja serás feliz y encontrarás el amor" 


Es hermoso pensar que Zeus no condenó a ello, es hermoso pensar que debemos ir por la vida esperando toparnos y conocer a nuestra mitad, y al unirnos maldecir a Zeus y con nuestro poder -amor- retomar los cielos y derrocarlo, hacer de sus rayos rosas y de su barba un manojo de polvo. Porque el amor es poder y es ese poder el cual Zeus temió. 

El hombre de la época romántica era todo caballero y educación y valores y romántico; ese hombre que demostraba su respeto con una caravana y un beso en la mano de las damas. Aquel cuyas palabras era escogidas seriamente y con una tilde de respeto, honor y caballerosidad. Esos hombres que su vida era la poesía, la lectura, la escritura, la música, el piano, las ilusiones fantásticas de su realidad y sus gratas visitas de cortesía. La vida social. 

Hoy, he llegado a pensar que la peor maldición que pudo caer sobre nosotros fue la televisión y las computadoras, no tanto por su función como tal -eso fue una gracia- pero sí por el uso que le damos, la forma como exprimimos hasta el fondo a los valores y el romance y los volvimos polvo. Hoy los caballeros han sido contados y apartados del mundo, han sido denigrados y hasta proclamados como homosexuales o cursis, pendejos del mundo que viven en un pasado "de maricas". Zeus ha de estar bailando sobre un pie al ver que hoy los hombres no encontrarán a su mitad y no le derrocarán con el poder del amor.

De la misma manera, la damas. ¡Oh, que placer se desprende de mis ojos al ver y leer esas escenas  románticas de aquellas damas que con su soltura se veían altivas, vivaces duquesas del romance!; ¿qué ha pasado con ellas? ¿Dónde fuiste a dejar a las damas y duquesas del romance, Zeus? Hoy, las damas no merecen ser llamadas así, hoy son vulgares y crueles, sus palabras son banales, vulgares, egocéntricas, no dignas de su atención. 

¿Cómo encontrar a mi mitad justo así? Pero, ah, que dicha la mía, al parecer la encuentro... pero no sé si de verdad lo es. Y si lo es, ¿cómo hacer, oh Zeus, para que ella vea que lo es, que despierte, que me observe? 

Dicen que podemos amar sin ser amados, pero también dice Benedetti que "para amar hay que estar completa y plenamente seguro de que uno es amado. Sentirse amado"; ¿a quién hacerle caso, oh Zeus? 

¿Qué sucede si escribo poesías y poesías, versos y versos en honor a una musa única y esplendida, a una duquesa y dama, a una merecedora de mi atención y mi placer, de mi felicidad? Porque estoy más que dolorido de sonreír, mis cachetes no aguantan más, estoy seguro que un guasón ríe menos. Los versos son largos, y la felicidad plena, entonces, oh, maldecido, Zeus; explícame ¿qué hago cuando mi amor no es suficiente para derrocarte y mi mitad está despistada? 

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