miércoles, 16 de octubre de 2013

Una escultura polémica con un mensaje claro.

Escultura de un soldado soviético violando a una mujer embarazada. Gdansk (Polonia)

He aquí la noticia: Un joven artista polaco instaló ilegalmente en Gdansk (norte de Polonia) una escultura de un soldado soviético violando a una mujer embarazada, lo que provocó vivas reacciones de Moscú.
El embajador ruso en Varsovia se declaró “profundamente consternado”, en una declaración publicada el miércoles en la página web de la embajada.
La escultura fue colocada sin autorización el sábado pasado cerca de un monumento de la época comunista en honor al ejército rojo, que expulsó a los alemanes de Gdansk en 1945.


He aquí mi opinión: 

Siempre me he sentido atraído por la historia, historia de Venezuela, mi país, y del mundo y universo. Pero como todo cuanto me gusta, siempre sobresale una parte; en este caso es la historia rusa y su sociedad. 

Los rusos, así como los alemanes, suelen ser muy disciplinados, en diferentes niveles. En el caso ruso, su disciplina es una más débil, relajada. Un ruso, no sé si aplica a la última década, prefiere ganar su dinero y gastarlo en él y, en caso alguno, en su familia; un alemán va obteniendo fortuna, dinero, pasa a otra generación que hace más grande esa fortuna y así; de esta manera las grandes casas, como la de Hamburgo, se creó y ganó poder, fortuna, nobleza. 

Así mismo, otro factor de la historia que llamó mi atención fue la Segundo Guerra Mundial. Al leer sobre ello me percaté de que así como los alemanes nazis fueron crueles, inhumanos, fanáticos, irreverentes e irracionales; los soldados soviéticos (rusos) daban a relucir algo que, sino muy bien, tenían guardado muy en el fondo. La barbarie. 

Como ya saben, en mi país, Venezuela, cuando ocurren actos degradantes, asquerosos e inhumanos; como el ocurrido hace un mes (un camión colisiona con un puente y, estando el conductor moribundo, una horda de personas saquean el camión lleno de carne); suelo comparar dichos actos con la barbarie soviética. 

Hace un tiempo leí un libro llamado "La hora 25" -de verdad lo recomiendo- que narra la travesía de un hombre, que a su desgracia, poseía un apellido judío (sin ser judío); es apresado por los nazis y pasa de campo de concentración en campo de concentración. Pasa por pueblos en los que escucha hablar a las mujeres asustadas del avance soviético, del llamado Ejercito Rojo, ya que al llegar a los pueblos, saqueaban, violaban, asesinaban. No solo violaban a mujeres mayores, también a niñas 'buenas', y, como ven en la escultura, a mujeres embarazadas. 

Los soviéticos tuvieron la tarea de llegar hasta Berlín para ganar la guerra. En 1945, por su paso, liberaron Polonia. En la post- guerra; en la Polonia soviética, se levantó un monumento al Ejercito Rojo, en el mismo Gdansk. ¿Es necesario y merecido ese monumento? ¡No!.

Esa escultura del soldado del Ejercito Rojo violando a una mujer embarazada, representa la verdad de la barbarie rusa, de la barbarie soviética. La historia no se puede olvidar ni censurar; dejar el monumento al Ejercito Rojo y quitar la escultura bárbara es un acto de hipocresía por parte del gobierno de Varsovia; y la protesta por parte del Embajador ruso es una estupidez. 

En fin, esa escultura debe ser el epicentro, no de Gdansk, sino de Varsovia. 

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