miércoles, 21 de agosto de 2013

Las desgracias de Somál.

Capítulo XVII.

Un ardor insoportable en mis parpados me despertó.  Es de día y no sé en que día estoy. Sólo recuerdo la golpiza que recibí y a Susan corriendo hasta su muerte, me dolía todo el cuerpo, pero mi dolor emocional era más grande. He pasado poco tiempo con ella, pero siento que me he enamorado demasiado y me la han arrebatado solo por ser muy "alemana"; malditos bárbaros rebeldes, todos deben morir por tal comportamiento. 

Intente levantarme y tomar mi lumper, así descargar mi ira sobre los rebeldes. Al levantarme, el dolor fue insoportable y tosí sangre, me dolí el área abdominal y las piernas, tenía cortadas en los brazos y los ojos morados, inyectados en sangre.  

- Oh, mi amor, no intentes levantarte.- dijo Paola.- ¿qué haces con esa lumper

Paola estaba soñolienta y desaliñada.

- Déjame en paz, Paola, no quiero nada de ti ahora. Asesinaré a todos estos malditos bárbaros...

Tosí sangre de nuevo.

- Venga, cariño, no puedes levantarte, estás muy mal herido. ¿Por qué quieres matar a los rebeldes?

- Siempre creí que los bárbaros eran los soviéticos, había escuchado historias, pero no tales como lo que nos han hecho estos miserables... Pobre Susan, está muerta y es por mi culpa, no pude salvarla.- rompí en llanto. 

- Oh, Somál, mi amor, lo siento.- Paola me abrazó con delicadeza.- Ese que está en la cama de al lado es el cuerpo limpio y vestido de Susan, esperábamos que nos dijeras que hacer. Santino quiso enterrarlo, pero le pedí que esperar a que despertaras. 

- ¿Cuánto llevo dormido?

- Un día y 10 horas exactamente.- dijo Paola viendo su reloj.- Santino y yo hemos cuidado de ti, el está afuera haciendo guardias. 

- Sí, claro.- dije, dejando de llorar.- ¿Cuantas veces te lo has follado ya? 

Paola abrió los ojos con exagerada sorpresa y se llevó las manos al pecho. 

- No me mientas, la otra noche, al llegar, te lo follaste en nuestro cuarto. No le culpo a él, la adicta eres tú.- dije.- Está bien, no digas nada, no hace falta. 

Paola rompió en llanto. Yo tomé mi camisa y, sangrando por haberme levantado, me la puse. Salí a encontrarme con Santino. 

Al salir del cuarto/oficina, cojeando y con mi arma en mano, lo primero que me sorprendió ver fue hombres en traje por todos lados, iban con gafas oscuras y con una mano dentro de la gabardina. A lo alto y en el centro del campamento se hondeaba la bandera inmensa del Panamá y la, igualmente inmensa, de Venezuela. Santino estaba sentado sobre una roca con su usual mini uzi sobre su regazo. Las tiendas de los rebeldes habían sido desarmadas, había una pila de cuerpos fusilados donde estaba la tienda del Comandante en Jefe Alejandro, cuyo cuerpo estaba clavado en una vara de madera de unos 2 metros en la entrada del campamento. Su muerte no me aliviaba, quería torturarlo, hacerlo trizas, hacerlo pagar por la muerte de mi amada Susan. 

- Sufrió lo suficiente por su crimen, chico.- dijo Santino que apagaba su cigarrillo. 

- Más te vale, Santino.- dije fríamente.- ¿qué ha pasado aquí? 

- Bueno, en el momento en que te desmayaste, amarre y amordacé a Alejandro.- dijo señalado al hombre empalado.- Paola tomó tu lumper y la sostuvo dentro de su boca, hice venir al cuarto/oficina a todo rebelde de alto rango para que vieran a su general en jefe y explicarles la situación. Eran solo 5 superiores, de los cuales 4 intentaron asesinarme, todos recibieron un tiro en sus cabezas, deben estar debajo de esa pila de oficiales.- encendió otro cigarro, yo no quise.- El ultimo recibió la orden de hacer salir a toda la tropa, por ordenes de Alejandro. Luego de que los soldados salieron, les dí dos opciones, o se  subordinaban a mis ordenes o se daban ellos mismos un tiro en sus cabezas. Mientras lo pensaban hice venir un Jet con 15 de los mejores tirados de mi padre.- dijo señalando a todos lo hombres de gabardina.- Llegaron justo hace dos horas. 

- Entiendo.

- Como verás, fueron muchos los soldados que decidieron suicidarse antes de desobedecer a Alejandro, luego de la ola de suicidios, la tropa restante recibió ordenes de desmantelar las tiendas y de quedarse entre los arboles de allá.- a la izquierda un pequeño bosque se erguía.- Por ahí deben estar, no pueden salir hasta que les ordene hacerlo. Son poco más de 5 millones de hombres. 

- Está bien, Santino, buen trabajo.- dije.- Ahora, lo importante, debo volver a Venezuela, debo star junto a Manolo. 

- Comprendo, Somál, y no te retendré. 

- Tú te quedarás, Santino, con Paola.- dije.- Sí, es mejor que se quede contigo, tú puedes darle más que yo, ¿entiendes?

- Oh, claro que entiendo, ¿sin remordimientos? 

- Sin ningún remordimiento, colega.- dije sonriendo.- Kaiser debe esperar por nosotros, pronto le iremos a ver y le daremos, juntos, un golpe fuerte al ejercito alemán. Venga, ayúdame a envolver a Susan, ella querría ser enterrada en Venezuela. 

- Claro, chico. Oye, en Venezuela tendrás enemigos, no estaré para defenderte, ¿eh?, cuida de ti y de Manolo, el país y el mundo los necesita. Susan estará orgullosa de ti, chico. 

- No seas idiota, Susan está muerta, no podrá volver a sentir nada por mí. 

Me di la vuelta hacia el cuarto y evité llorar de nuevo. Debía darme esa idea, Susan estaba muerta, al igual que Fraü Karla y que Karla, todas las mujeres que he amado están muertas por mi culpa y eso debía ser afrentado con valor. 

Susan fue y será el amor constante de mi vida, y lucharé por hacer su sueño de libertad real, Hitler caerá y caerá con todo su imperio. La barbarie jamás pisará tierra venezolana ni Americana, todos serán expulsados del continente y seremos libres de tanta miseria comunista y de tanta miseria nazi. El hombre maquina será desmantelado y la paz y el amor reinarán de nuevo en pocos años, antes de que yo muera, al menos Venezuela será libre.

Luego de envolver bien a Susan y empacar todas mis cosas, y algunas de Susan, Santino me dijo que el Jet me esperaba en la entrada del campamento. 

- Hasta luego, colega.- dijo Santino.- pronto te llamaré, hazlo tu cuando llegues. 

- Hasta luego, Santino.- le abracé.- Cuida mucho de Paola, no dejes que ande follando con cualquiera.

Me despedí con un ademán de Paola y fui al Jet, este sería mi último viaje, una vez llegue a Venezuela no saldré de ella hasta verla libre. Estaba decidido. 

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