martes, 6 de agosto de 2013

Carta abierta al anonimato.

Dear friend:

No sé si ahora te escribo desde el más profundo sueño, también quizá desde una urna a 3 metros bajo la tierra fría de Inglaterra, o tal vez, y un poco más triste, desde toda mi lucidez y consciencia. Lo único que sé es que te escribo por deber y por querer, porque el cariño que te profeso me impulsa. 

Así, y dejando claro ello, recuerdo que se creó una distancia palpable, un abismo que separó a dos amigos; este abismo se llena ahora de nostalgia y tristeza. La distancia es universal, a todos nos llega, pero cuando se posee la imagen y el pensamiento de que tú y yo somos los mejores amigos, esa distancia te golpea la cara, te arrebata la felicidad de un tirón y con una patada te manda al otro lado del abismo.

La nostalgia que asechó nuestra ruptura, hasta lograrla, me trajo a la memoria aquellos días en los que, durante 2 años y medio, fuimos los mejores amigos. Cuando reíamos con mis ocurrencias, con los chistes malos, con tus ironías y sarcasmos, reíamos con cualquier estupidez que nos hiciera feliz. Esos tiempos en los cuales un abrazo era dejar de mirar al mundo para mirar nuestro cariño, donde vernos y saludarnos era algo que esperábamos y anhelábamos. Una corta era donde fuimos felices en compañía, no sin dejar de llorar. Cuando fuimos el apoyo de cada uno, tú más apoyo para mí que en viceversa, eso lo sabemos. 

A pesar de 3 años de amistad, te hablé de 2 años y medio, eso es porque la corrupción de nuestra amistad se dio hace poco más de medio año, cuando sin saberlo discutíamos sin parar, peleábamos, no nos soportábamos. Saber debes tú que esas peleas, esas veces en las que dejábamos de hablar, me pegaron una bofetada cruel, saber también que en octubre, ¿o septiembre?, no recuerdo; fue cuando la bofetada me hizo reaccionar fuertemente, cuando por más de 5 años que no había llorado, esa bofetada me pegó tanto que de mis ojos brotaron ríos de lágrimas. 

Recuerdo también cuando sin dejar de abrazarme me decías que dejara de matarme en cada bocanada, cuando no te hice caso y me regañabas, cuando dejaste de regaña porque tu tolerancia estuvo al borde y decidiste no prestarle más atención al caso. La vida está llena de recuerdos, algunos los he borrado, otros me son imposible recordarlos, pero aquellos días que viví junto a ti, a tu amistad y tus cálidos brazos, jamás los olvido. 

Hoy, la tolerancia que alguna vez pareció infinita e inmutable, se ha deshecho y a roto con nuestros lazos, hasta la indiferencia y la ignorancia entre nos. Hoy la persona que yo fui, ocurrente, siempre pensando a que fiesta podría ir, indiferente a todo, ignorante a mucho más de lo que ignoro hoy, a veces desgraciado y otras veces por más mala persona en ciertas cosas, ese muchacho a veces arrabalero, desapareció cuando conocí a la chica que robo mi corazón y mi amor; ese muchacho con el cuál te divertías hablando, chateando, desapareció, no por completo, pero si lo suficiente como para notarlo. Ese a quien le diste tu tolerancia infinita e inmutable cambió, porque sí, las personas cambian, para ser este muchacho de hoy, interesado en cosas "de adulto" según vos. Sí, amo leer, escribir, charlar de política, filosofía, literatura y otros temas de interés "para adultos". Pero aún, debajo de todo ello, está el mismo muchacho que gusta de divertirse charlando y haciendo bromas, claro que sin ese pensamiento de rumbero o como se desee llamar. Aún me gusta reír contigo, sólo que me divierto de forma distinta. Entonces, ahí es cuando me pediste cambiara, que fuera un adolescente y saliera a divertirme, pasar un rato en una fiesta y divertirme en ella, desgraciadamente, ese no soy yo. Por eso aquí te ruego no me pidas cambiar de nuevo.

Tal vez nuestra ruptura, tal vez el agotamiento de la tolerancia que algún día me regalaste se deba, además de por mi, por el resto de tus problemas personales, que aunque no creas, conozco algunos de ellos.Y por eso también te digo que como amigos, cuentes conmigo para todo, para cualquier cosa puedes pedírmelo y yo, si está a mi alcance, te lo concederé. 

Enhorabuena de nuestra amistad, ya no podemos decirnos y alabarnos por ser "mejores amigos" cuando la realidad ahora es que somos buenos amigos, y si acaso un porcentaje poco más alto. Por esto, hoy, ayer, y siempre, he pensado cada palabra que escribo y digo, palabras que van  de oraciones a párrafos y que crean texto que pueden ser sencillos o complejos, tal vez ambos. 

Ahora, desde el café que me acompaña humeante, con su aroma fuerte y amargo que baña mis labios al beberlo, te pido disculpas por no controlar lo que sea que hizo romper tu tolerancia, y si eso te cae mal, dímelo, no me ignores ni te quedes callada, que eso me mata. Por eso, anónima, y por mucho más te pido disculpa, la historia es larga y las palabras cortas, la lucha por tu amistad y tu amor- como mi amiga- siempre estará aquí. Amarte como amiga, cuidarte como mi hija, preocuparme por ti como una hermana y darte tanto cariño como me lo daría a mí mismo. 
I love you, my friend. 

Siempre tuyo, S. Molinatti. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario