Con andar equivocado mis piernas se
desvían hacia una carretera de perdición, de sueño, de tristeza, con un andar
desviado, la muerte asecha hasta mi
alma. Corren en un paso y caminan en un solo lugar, muere su autómata función y ya solo actúan
sin precisión; con andar desviado mis piernas se perdieron en el narcisismo
desenfrenado de tu autoría, de tu belleza y de tus palabras amorosas.
Con un mirar sin pudor mi mirada desnudó
tu mentira, con un mirar judicial mis ojos vieron desconfianza y condenaron tu
amor demagógico.
Con tanteos de pasión y de lujuria
fantasmal, mi cuerpo desmembró tu virtud y tu verdad, con unas piernas
desviadas y una mirada judicial, mi tacto rompió en gotas de agua sobre tu piel
ardiente de vergüenza, evaporando mi tacto y dejándome sin percepción de lo
real.
Ya sin percepción, mi megalomanía por Mozart y Paganini no reaviva mi razón ni mi
conciencia. Beethoven, Schubert y Vivaldi también me abandonan y dejan a la
suerte mi muerte, cada vez más cercana.
Con andar equivocado caigo en el abismo de
tus manos y no enjuicio el sucio que las mancha y las torna obscuras, la
megalomanía me ha abandonado y la muerte me ha encontrado, es frío el acero y
caliente la sangre, con andar equivocado, con una mirada judicial, con un tacto
evaporado y sin percepción de la realidad.
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